“Un cultivo de servicio baja aproximadamente un 50% el impacto ambiental, si se quitan los herbicidas luego de una siembra de maiz”. El dato lo brindó Luis Lanfranconi, jefe del INTA Río Primero, al hablar de las ventajas de incorporar esta práctica a la agricultura.
Para el especialista, es una práctica que llegó para quedarse, “que crezca más o menos rápido va a depender de la velocidad que pongamos en generar la información que falta, va a depender de las decisiones políticas que tomen los gobiernos provinciales para favorecer este tipo de práctica, donde en el término de cuatro a cinco años se va a ver un panorama totalmente distinto en el sistema productivo”.
Su preocupación “era y siguen siendo las malezas”, por este motivo hizo alusión a las ventajas de este manejo. “Si el cultivo de cobertura germina 24 horas antes que cualquier maleza de invierno, toma una preponderancia muy importante y prácticamente es lo único que queda en el lote porque se va a encargar de capturar un espacio importante”, dijo.
Por otro lado, resaltó que los cultivos de servicio pueden generar el efecto alelopático o sea “las raíces pueden secretar sustancias que inhiben la germinación de semillas y es lógico porque sería una forma que tiene de preservar un espacio para capturar recursos cuando un cultivo cuando se está implantando”.
Asimismo, destacó la importancia del periodo de implantación, es decir que la siembra debe ser en tiempo y forma. En rigor, según el experto del INTA, tiene que estar hecha en épocas que todavía hay precipitaciones en la zona ya que es lo que va a garantizar la germinación de esa semilla, donde “la fecha tendría que ser entre la última semana de febrero a los primeros diez días de marzo, para que no haya todavía nacido todo lo que es maleza de invierno en el lote, dependiendo cada lote en particular se puede hacer más temprano o más tarde”.
Las ventajas operativas que tiene el avión
Según el técnico, la principal ventaja que tiene el avión agrícola para implantar son los tiempos operativos para hacer superficies grandes de cultivo. Además, eso permite también ajustar esa operación de siembra cerca de un período de lluvia propicio.
“Para ese período de tiempo, la siembra aérea juega un papel importantísimo por la oportunidad que yo tengo de ocupar una superficie muy amplia en poco período de tiempo o poder planificar si el lote que voy a hacer no es muy grande, si tengo pronosticado un frente de tormenta puedo salir y volar el lote con el fin de garantizar que la semilla esté en el suelo y después le llueve lo que va a desencadenar el proceso de germinación. Después tendremos que seguir evaluando cómo vamos a hacer la distribución de esa semilla, cuáles serán los mejores deflectores que hay para siembra aérea, cuál es la mejor altura de vuelo, etc”, detalló.
En este sentido, sostuvo que el gran ahorro está en la no utilización de herbicidas durante el barbecho intermedio, donde lo que se está haciendo es adelantar la inversión ya que en vez de gastar en agosto en herbicidas y ver realmente qué es lo que queda “se puede hacer un anticipo de ese gasto en una siembra aérea y solucionar el impacto que generan las malezas entre los cultivos”.
“Es ideal poder sembrar con el avión un cultivo de maíz a las 48 horas que llueva. El avión sigue jugando un papel muy importante en esa capacidad operativa que tiene de trabajo”, opinó.
Por último, dijo que las ventajas del sistema se verán dentro de cinco años cuando realmente impacte este cultivo de servicio en todo lo que es el proceso productivo del campo, pero “en el primer año ya se podía observar que el rastrojo no se volaba y no había malezas”.
“Vamos bien encaminados, es una práctica interesante, dejar rastrojo en superficie en una zona semiárida juega un papel muy importante y si los campos son ondulados mucho más porque vamos a jugar una filtración del agua de lluvia y en un tiempo que pase esta práctica”, concluyó.