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Economía

Del Pollo es la carne más consumida en la Argentina, pero la industria necesita invertir para ser competitiva globalmente

Es la carne más consumida y económica, en el mundo desde siempre y en la Argentina ambas características se dan desde el año pasado. Con un mercado doméstico bien abastecido, la macroeconomía local limita su proyección exportadora

Del Pollo es la carne más consumida en la Argentina, pero la industria necesita invertir para ser competitiva globalmente

En 10 de mayo se celebra el Día Mundial del Pollo. Esta efeméride cumple 15 años y se remonta a 2006, cuando en ocasión de celebrarse Anuga, la gran feria de alimentación que se realiza en Colonia, Alemania, decidieron instituirla las cámaras de la industria del pollo de EE. UU., Brasil, Chile, Francia y Argentina, representada por el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA).

Así lo cuenta su presidente, Roberto Domenech, quien analizó la actualidad de la industria del pollo en el país, donde, de lunes a viernes se faenan 3,5 M de aves por día y, calculando que cada una vive unos 50 días hasta que se faena, cada día se alimentan en el país 150 M de pollos.

Estos números, dentro de CEPA, se traducen en 38 empresas integradas verticalmente (80% de la producción nacional) más otro 20% de granjas productoras o faenadoras independientes, no integradas, que directa e indirectamente, emplean a unas 75.000 personas.

Domenech recuerda que “2020 terminó con un consumo de 48,7 kg/hab/año de carne de pollo, con meses en que superó los 50 kg, y una tendencia actual a superar ese consumo”. El pollo se ha convertido en la carne más consumida, pero la suma de proteína animal que come la Argentina sigue siendo una suma cero.

“Porque hay un mérito nuestro de llegar a los 50 kg, pero también hay que sumar el aporte de la carne bovina que con la exportación ha permitido que el mercado interno se abastezca con algo menos de 50 kg/hab/año, llegando en los últimos 6 a 7 años a unos 120 kg/hab/año de consumo total de carne (incluida la porcina, cuya exportación también ha crecido), volumen que se mantiene en forma constante”.

¿El mayor consumo de pollo se debe solo a la mayor exportación de la carne vacuna o un bolsillo del consumidor más flaco y a que el pollo que es la carne más económica?

A ambas cosas. La mayor exportación permite a la carne vacuna tomar valores internacionales tanto en el mercado interno como en la exportación, cosa que es favorable para el desarrollo ganadero general. Y la carne de pollo, superados los 30 kg/hab/año se sitúa, como en todo el mundo, en la más económica para el consumidor. En Argentina, más allá del programa de Precios Cuidados, en condiciones normales, el pollo al público debería estar en $175/kg, cuando un kg de asado vacuno vale unos $600/kg. Esa diferencia determina el consumo, pero también porque gusta mucho el pollo y hay muchas opciones para consumirlo (entero, pechugas, pata-muslo, medallones, nuggets, entre otros).

A propósito de los precios al público, actualmente las grandes cadenas de supermercados ofrecen el pollo entero a $130 a $145/kg, valor que no es rentable. “Eso implica un sacrificio importante para la industria y para las cadenas de supermercados que prácticamente tampoco marginan y ese pollo está en oferta permanente. En el caso del cuarto trasero a $150/kg al público, tiene un valor de salida de fábrica de $110/kg más IVA y la suprema la industria lo vende a $260 para un precio al consumidor de $ 350/kg aproximadamente”, cuenta Domenech.

¿Estos valores de pollo trozado son rentables?

Permiten mantener el flujo de fondos en el circuito. Lo positivo fue haber ganado espacio en el consumo. Pero debido a que no hay acceso al crédito, venimos tremendamente atrasados en las inversiones. Porque una cosa es el circuito de caja que permite pagar los insumos, vender, cobrar y comenzar un nuevo ciclo productivo (en 2020 subimos 3% el volumen de producción y en 2021 bajaremos 1,5%) que alcanza para seguir el circuito de la inflación, pero no estamos invirtiendo.

Domenech destaca que esto es grave porque “nos estamos comiendo el capital, porque la tecnología avanza y no podemos incorporarla, y por esto mismo nos vamos atrasando, siendo menos productivos y eficientes y con más problemas para competir en el mercado mundial que tiene posibilidades de introducir nuevas tecnologías”.

¿Está complicada la exportación entonces?

Estamos limitados por la macroeconomía argentina. El aumento de costos por la inflación argentina se traduce en un incremento del costo en dólares. Una cosa es el aumento de maíz o la soja que son iguales para todos los productores de pollo del mundo. Pero el problema más serio que tenemos en el país es que la inflación proyectada para este año es 29%. En esa línea las paritarias se cerrarán en un 35%, el tipo de cambio según el presupuesto nacional adecuará (devaluará) la relación dólar/peso en 25%. Si todo eso se cumple linealmente tendremos 4% de aumento de costo en dólares, lo que es una monstruosidad en el mercado internacional.

Esas condiciones macroeconómicas impiden proyectar la exportación. “En 2020, respecto de fines de 2019, trabajamos para crecer 30.000 t en exportación, pasando de 270.000 a 300.000, pero terminamos exportando 240.000 t. No pudimos competir con la devaluación brasileña que fue de 45%”, explica Domenech.

Ese sobrante de producción no exportada se derivó al mercado interno lo que provocó una sobreoferta que se tradujo en unos 600-700g/hab/año más de consumo “Además perdimos otras 30.000 t (de exportación), con la cual llegamos a una sobreoferta mayor de 1,5 kg/hab/año que, bajando el precio se canalizó al mercado interno, porque todavía el pollo es un producto elástico, aún en consumos de 50 kg/hab/año, pero tampoco se puede estar perdiendo dinero todo un año. Teníamos un programa al 2025 que preveía 3% de crecimiento anual, pero en 2021 estaremos entre 1 y 2% por debajo de la producción de 2020”.

Aún así, el país sigue vendiendo pollo entero, suprema y algo de pata muslo a Chile; gallinas pesadas trozadas a Perú; supremas a España, Países Bajos, Inglaterra y Suiza; gallinas trozadas, garras y alas a Singapur, China y Hong Kong; harina de plumas de alta proteína para fabricantes de alimentos para peces a Vietnam y Chile; cuarto trasero, carcazas y menudencias a Sudáfrica, y pollo gourmet de 900 a 1.400 g y pechugas congeladas a Arabia Saudita y Emiratos Árabes.

¿Cómo sigue 2021 para la producción de pollos?

Este es un año para tener tremendo cuidado. El flujo de precio y de costo respecto de las materias primas (maíz/soja) está aún por verse. Los stocks mundiales de granos son mínimos y habrá que ver cómo vienen las nuevas cosechas del mundo y si se recompone ese stock, lo que podría aflojar esta trepada de precios que parece no tener techo. Porque no es la industria que consume contra el productor que produce. Consumimos 4 millones de toneladas anuales y no podemos estar más de una semana sin recibir maíz; necesitamos un flujo continuo.

Pero la actividad también sufre el incremento de otros costos relacionados con la macroeconomía doméstica, como los logísticos, directamente relacionados con los aumentos de salarios y combustibles.

“La avicultura es consumidora intensiva de transporte desde la búsqueda de los alimentos para las granjas hasta la distribución de los pollos y subproductos hacia las bocas de expendio, pasando por el traslado de pollitos bebés y otros traslados inherentes al proceso de producción. Todos los vehículos involucrados con la avicultura recorren más de 1,1 millones de km por día en todo el país”, dice Domenech.

El costo de la electricidad también juega en contra: “en los últimos 2 meses hubo aumentos importantes, sobre todo en Entre Ríos, donde está el 50% de la producción de pollos del país y la tarifa se incrementó 45%. “Yo creo que es la electricidad más cara que hay en el país”, señala.

¿Qué inversiones necesita la actividad para ser competitiva en el mundo?

Renovar de la tecnología que se usa en los galpones y construir nuevos automatizados, manejados por computadora, que en Argentina llegan a 15% de la superficie de galpones que existen en el país. Esas instalaciones permiten bajar la conversión de alimento por kg de pollo producido en más de 10%. Con galpones tradicionales se necesita 1,8 kg de alimento para producir 1 kg de pollo; con los automáticos solo se precisa 1,6 kg de balanceado. En Argentina hay 11 M de m2 de galpones de los cuales, de los cuales 2 M son de última generación, 7 M, se construyeron en los últimos 15 años y el resto debería reemplazarse. Para construir esos galpones las inversiones son grandes y deberían amortizarse en 8 años.

Es posible, pero “hay que hacerlo con un plan de desarrollo. Si queremos transformar maíz y soja en proteína animal no alcanza solo con poner más gallinas y pollitos. Necesitamos hacer anualmente 300 galpones (cuyo costo unitario es de USD 200.000), a razón de 1 por día, durante 5 años. Son galpones de 160 m largo por 16 m de ancho (los antiguos son de 120 m por 12m), pasando de criar 15.000 a 30.000 pollos por galpón. Sería un proyecto absolutamente viable”, asegura Domenech. Solo falta que la macroeconomía acompañe. Un detalle no menor.