¿Está la carne ante el fin de una era? Habrá que echar mano de las cifras. En EEUU, las ventas de carne en las tiendas de comestibles han bajado más de un 12% con respecto a hace un año. En Europa se prevé que la demanda global de carne de vacuno caiga un 1% este año. Y en Argentina, donde se encuentra una de las poblaciones más carnívoras del mundo, el consumo de carne de vacuno per cápita ha descendido casi un 4% desde 2020.
Aunque algunas de estas cifras puedan parecer pequeñas, constituyen una rareza en un mundo ‘carnívoro’, que hasta la llegada de la pandemia el año pasado vio crecer el consumo durante años hasta alcanzar nuevos récords. Ahora, la demanda parece disminuir en todo el mundo, lo que podría indicar un claro cambio de paradigma en la alimentación.
Antes de analizar por completo este giro, hay que tener en cuenta que no todo está en el paladar ni en el deseo de hábitos más saludables. El mayor factor de disuasión de la demanda ha sido la incesante subida de los precios que comenzó en octubre, impulsada por la escasez de suministros mundiales de piensos y las interrupciones en la cadena de suministro.
El indicador de precios de la carne de las Naciones Unidas ha subido durante ocho meses consecutivos, la racha más larga desde 2011, y está cerca de un máximo de varios años. La crisis de los precios se produce en un momento en que los consumidores siguen lidiando con las consecuencias económicas del covid, lo que obliga a las familias, desde Brasil hasta Filipinas, a comprar menos y a cambiar por otras proteínas, como los huevos, si pueden permitírselo, o a limitarse a llenar sus platos con arroz o fideos.
Sin embargo, repasando la historia, la demanda ha disminuido con las anteriores recesiones financieras para luego recuperarse. Lo que es diferente ahora es el auge de los productos vegetales. Cada vez son más los consumidores que deciden renunciar a la carne por su preocupación por el medio ambiente, el bienestar animal y la salud. Y este cambio no se limita a las dietas de moda de California y a los hipsters del este de Londres. Cada vez es más frecuente en todo el mundo y en todos los grupos de ingresos, hasta el punto de que las fuerzas gemelas de la inflación y las tendencias alimentarias se unen para señalar un cambio sísmico en el consumo de carne en el mundo.
“La carne está amenazada como posiblemente nunca antes”, afirma Tom Rees, director del sector de la empresa de investigación de mercados Euromonitor International, en Londres. “Cuando la carne sea demasiado cara, los consumidores la dejarán de consumir si no pueden permitírsela. Los cambios fundamentales provienen más bien del cambio de actitud de los consumidores” en aspectos como la salud y el impacto climático, añade.
En algunas partes del mundo, el cambio a una dieta basada en plantas se produce en medio de la proliferación de más alternativas como las hamburguesas vegetarianas de Beyond Meat. Pero en otras, se trata simplemente de volver a lo básico: comer más judías y verduras. En cualquier caso, los defensores del clima podrían alegrarse por el abandono de la carne. Según algunas mediciones, la agricultura es responsable de más emisiones de gases de efecto invernadero que el transporte, gracias en gran parte a la producción ganadera.
Pero no todo es perfecto y este cambio no puede considerarse un bien universal. De hecho, para muchos, renunciar a la carne está agravando una de las desigualdades más profundas del mundo: quiénes obtienen suficientes alimentos con suficientes fuentes de nutrición, y quiénes no.
El acceso insuficiente al ganado y a otros alimentos de origen animal es uno de los principales factores que explican las elevadas tasas de malnutrición que persisten en muchas partes de Asia y África, advirtió en junio ONU Nutrición. El análisis del grupo muestra que la carne y otros productos de origen animal pueden ayudar a combatir la desnutrición que provoca el retraso en el crecimiento de aproximadamente una quinta parte de los niños pequeños de todo el mundo.
“Las verduras, las frutas, las legumbres y los cereales son esenciales. Pero los productos animales ricos en nutrientes son especialmente eficaces para sacar a los niños pequeños del borde de la malnutrición aguda y crónica”, afirmó en un comunicado Naoko Yamamoto, presidenta de Nutrición de la ONU y subdirectora general de la Organización Mundial de la Salud para la cobertura sanitaria universal.
Es difícil encontrar datos que demuestren la caída de la demanda mundial de carne. Esto se debe a que la mayoría de las mediciones exhaustivas estiman el consumo sólo en relación con la producción. Se supone que cuando la oferta está disponible, se consume toda. Y se espera que la producción ganadera crezca este año, ya que China se recupera de un brote de peste porcina africana, una enfermedad que mata a los cerdos y que ha devastado la cabaña porcina del país.
Teniendo en cuenta esta formulación, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que el consumo mundial de carne per cápita crecerá un 1,2% en 2021, después de haberse contraído un 0,7% el año pasado, y su previsión se debe principalmente a la magnitud del repunte de la producción porcina de China.
Sin embargo, incluso en China, donde la inflación de la carne es ahora relativamente moderada en comparación con otras regiones, la alimentación a base de plantas está ganando terreno, según Darin Friedrichs, analista de StoneX en Shanghai. Las generaciones más jóvenes están cada vez más concienciadas con la salud y son más propensas a optar por menos carne o aves de corral, mientras que los restaurantes de moda y de alto nivel sirven ahora opciones basadas en plantas, subraya.